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Opinión: «Yo no voy al Congreso AACS»

Por: Diego J. Cosentino – Vicepresidente AACS

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Twitter: @AACsuelo Ι mail: cosenti@agro.uba.ar

Debo admitir que los congresos me resultan divertidos. Si conseguir el dinero para pagar la inscripción, hotel y transporte están asegurados, se convierte en una semana diferente en el año, que rompe singularmente mi rutina. Es muy interesante esa mezcla de nervios por presentar un oral y tener que andar cambiando el powerpoint a último momento en el hotel, con una escapada al mar, con un almuerzo en otro idioma con gente desconocida o luchar contra el sueño en una charla soporífera que ni yo entiendo por qué estoy allí. ¿O comí mucho?

Es fantástico ver colegas al final de la noche de gala, cuando los que sólo vinieron para comer ya volaron, a los abrazos y besos empapados de sudor por una larga sesión de baile informal. ¡hip! Me guardo las fotos para una futura extorsión.  Ni hablar de la gira edafológica. Todos al micro, todos a las calicatas que siempre son chicas, todos tratando de sacar fotos que nunca tienen la luz adecuada y todos a opinar desordenadamente del perfil. ¡Viva el despelote! Soy argentino hasta la muerte.


He asistido a congresos mundiales, europeos, latinoamericanos y les puedo asegurar que tienen mucho en común con los nuestros. Si claro, en los franceses tomábamos un Gewürztraminer dentro del suelo que le había dado origen (Foto) al mismo tiempo que discutíamos sus rasgos redoximórficos. En Londrina, una banda de tambores tocaba por horas sin cansarse jamás, pero jamás. Y en el congreso mundial, hasta el gato tenía colgada su identificación para poder arañar la alfombra. Pero el resto estaba, los nervios, el borrachín, la charla superploma, el científico estrella, el póster incoherente, etc.

Sin embargo hay una diferencia que he notado, que sin tener el más mínimo sustento estadístico, me animo a comentarles en voz baja.

Muchos estudiantes y colegas maduros argentinos tienen una gran fobia a presentar sus trabajos en público.

¿Será cultural? ¿Será que nuestro trabajo es muy malo? ¿Será que implica un mayor esfuerzo? Sin duda propondré más interrogantes que respuestas con la única intención de analizar el tema desde varios ángulos.

Quizás la primera pista sea simplista: voy al congreso (total me lo pagan), llevo mi póster (que hice en 10 min), me escapo a visitar los restaurantes y playas marplatenses y listo el pollo. Tengo una línea más en mi CV que me sirve para mis incentivos y mi proyecto. No estrés. Por supuesto nada de giras edafológicas, ya estoy tan cansado el viernes… adentro!
Por suerte creo que estos casos no existen, jamás he visto un póster solitario por esta causa.

La segunda es más compleja. No estoy muy convencido de que los argentinos se destaquen en el mundo por que se arreglan con un alambre de fardo. Creo fuertemente que la brecha tecnológica que tenemos con otros países condiciona gravemente nuestras investigaciones.
Un simpático investigador francés que yo admiro (Daniel Tessier), me decía que los grandes avances en suelos se habían hecho con tubos de ensayo, probetas, mecheros Bunsen e ingenio. Pero hoy ¿cuántas revistas científicas aceptan trabajos así? ¿O cuánto tiempo lleva un trabajo bueno y original hecho con mínimos recursos? Quizás entonces la necesidad imperiosa de publicar (¿publish or perish no era nuestra bandera?) nos lleve a presentar lo que sea en el congreso, pero bajo la alfombra. Para los ultrapositivistas hay una salida, parafraseando a Hamming (Erren et al., 2007), “Es un pobre trabajador quien insulta a sus herramientas – el bueno continúa con su trabajo, dado lo que tiene, y consigue la mejor respuesta que puede”.

La tercera pista tiene que ver con la formación de los estudiantes de ciencias. La primera reacción de la mayoría cuando le comunican que su trabajo ha sido seleccionado para oral, es intentar escapar a toda costa con cualquier excusa. ¡En otros congresos es uno mismo el que se propone oral! Pero cómo, ¿no era que pocos tienen la suerte de ser seleccionados y así hacer visible su trabajo y por ende tener opiniones enriquecedoras de personas objetivas y finalmente mejorar el producto final? Les aseguro que el juego en otros países es llamar la atención lo más posible para conseguir contactos, becas, reconocimiento científico y ser citado, ésta es la clave.
Conozco estudiantes que pasan 4-5 años haciendo sus doctorados y sólo discuten sus resultados con el director y los presentan por primera vez cuando defienden sus tesis. Me hace recordar tanto al Mito de la caverna de Platón… Imaginen al pobre si debe enfrentarse a una audiencia de 300 personas desconocidas opinando sobre “su” producto. El ejercicio de desnudar nuestro trabajo frente a la mayor cantidad de gente posible y, en revancha, opinar sobre otros que dejan su sangre sobre la mesa, hará que nuestra frecuencia cardíaca sea muuuucho menor en una conferencia. Y que nuestro trabajo sea mejor. Y se nota. Bienvenidos los lab meetings, las charlas de equipo, las expotesis y las invitaciones a investigadores extranjeros (¡y el compartirlos!). Este último punto particularmente me subleva, ¡cuántas veces me entero muy tarde que un investigador importante estuvo en Argentina gracias al dinero de una institución pública (proyecto o convenio) y sólo lo escucharon los anfitriones que lo trajeron! Sin excusas, ahora tenemos lisaacs, el sitio de la AACS y otros.

La cuarta tiene más que ver con nuestras miserias y susceptibilidades de siempre. Cuánto más fácil sería si al cuestionar a alguien que expone su trabajo lo hiciéramos con el respeto y la sabiduría de un buda y con el único fin de iluminar al estudiante (según nuestro punto de vista tan parcial). Y cuánto avanzaríamos si el que expone realmente aceptara las críticas (en el real sentido de la palabra) como sugerencias honestas a su arduo trabajo.
Pero, otra vez, no creo que haya de estos casos en el congreso de suelos. Me parece que simplemente los argentinos somos muy tímidos y más vale quedarse en casa que pasar un calor bárbaro.

Cita
Erren Thoma C., Paul Cullen, Michael Erren y Philip E. Bourne. Ten simple rules for doing your best research, according to Hamming. PLoS Comput Biol 3(10):e213. doi:10.1371/journal.pcbi.0030213. PLoS Computational Biology | www.ploscompbiol.org 1839 October 2007.